martes, 8 de marzo de 2016

No me digas feliz día

No me digas feliz día. No, mejor demostrame que somos iguales, que no tengo por qué tener miedo de caminar sola en una calle oscura a cualquier hora, cualquier día.

No me digas feliz día. No, mejor dejá de criticar a la que “se viste como una puta” y dejá de gritarle piropos y/o groserías a cualquier chica que pasa caminando cerca tuyo.

No me digas feliz día. No, mejor dejame tomar mis propias decisiones sin importar lo que piensen de ello mi padre o mi pareja.

No me digas feliz día. No, mejor andá a las marchas de #NiUnaMenos.

No me digas feliz día. No, mejor luchá por una ley de aborto legal, seguro y gratuito.

No me digas feliz día. No, mejor detené, denunciá, atrevete a hacer algo con el que le pega a su pareja, expareja o lo que sea.

No me digas feliz día. No, mejor no te rías de los chistes machistas. Y decile al que los cuenta que es un tonto.

No me digas feliz día. No, mejor dejá de mirar los mensajes de texto de tu novia y dejala salir con sus amigas sin preguntarle a qué hora va a venir y con quién va a estar.

No me digas feliz día. No, mejor dejá que tu hija juegue a “juegos de chicos”. Que se revuelque en la tierra, que se trepe a los árboles.

No me digas feliz día. No, mejor enseñale a tu nene a no maltratar a sus amiguitas.

No me digas feliz día. No, mejor enseñale a tu hijo adolescente que la anticoncepción y prevención de ETS es responsabilidad de dos.

No me digas feliz día. No, mejor decile a tu hijo que le cambie los pañales a tu nieto, lo bañe, limpie la casa y cocine. Que seguramente tu nuera además de todo eso, trabaja.

No me digas feliz día. No, mejor dejá de pedir una secretaria mujer con buena presencia.

No me digas feliz día. No, mejor dejá de mirar cómo Tinelli le corta la pollerita a una chica.

No me digas feliz día. No, porque no me sirve de nada. Porque mientras vos venís, me decís feliz día y me regalás flores y bombones, a mis amigas que nunca conocí las matan. Mientras me saludás por mi día Marina y María José siguen muertas. Como lo está Paola; y su hijita Martina aún lleva las cicatrices del ataque en el que le arrancaron a su mami. Y puedo nombrar a muchas más: Ángeles, Melina, Nicole, Valeria, Silvia… y otras de quienes no sé el nombre, como la maestra a la que mataron delante de sus alumnitos; la chica que mataron a puñaladas en Pilar o la que encontró a su asesino a la vuelta de un boliche de Santa Rosa. Un boliche al que alguna vez fui yo y al que fue mi hermana.

No me digas feliz día. No, porque no me sirve de nada si celebro hoy pero mañana para buscar un trabajo tengo que ser rubiecita, delgada y bonita. Tampoco le sirve a muchas de mis amigas.

No me digas feliz día. No, porque mientras hoy festejamos, muchas chicas como yo estarán muriendo a causa de abortos clandestinos mal practicados. Y se van a estar muriendo por pobres. Porque a las ricas eso no les pasa, porque tienen para pagar médicos y lugares seguros.

No me digas feliz día. No, si a la tarde vas a decirle a tu amigo que es un ídolo por no haberse casado y ser libre; pero luego tal vez le preguntes a tu amiga, compañera de laburo o prima qué está esperando para tener pareja o si piensa quedarse sola toda la vida. Como si una mujer necesitara de un hombre para realizarse.

No me digas feliz día, porque un día como hoy, no hace tantos años, mataron a chicas como yo que luchaban por mejores condiciones laborales.

No me digas feliz día, porque no tenemos nada que celebrar. Mejor luchá y reclamá para que tal vez el año que viene, o cuanto antes, podamos celebrar que ninguna chica muere porque la mata un grandote que se cree mejor o porque se metió unas agujas de tejer en la desesperación de no tener un hijo. 

Decímelo cuando celebremos que nadie le pregunta a una mujer qué está esperando para ser madre, como si fuera condición para ser mujer. Decímelo cuando las mujeres cobren lo mismo que los hombres por el mismo trabajo. Decímelo cuando veas a tu vecino con delantal de cocina barriendo la vereda o limpiando los vidrios y no te preguntes por qué no hace esa tarea su esposa. Decímelo cuando en todos los baños públicos masculinos encuentres cambiadores de bebé. Decímelo cuando dejes de pedir chicas con buena presencia para ser la cara bonita de tu empresa. Decímelo cuando no te parezca raro una mujer que decide vivir sola y sin hijos.


No me digas feliz día. Que hoy no tenemos nada que festejar.