viernes, 14 de marzo de 2014

El marketing destruyó al Olimpo


Mi primer día de universidad, la primera materia que tuve aquel lunes fue Literatura clásica griega y latina. Jamás olvidaré el momento en el que el profesor subió a la tarima, saludó a los 230 que éramos en ese entonces y acto seguido pidió: “Levanten la mano todos los que vieron la película Troya”. Yo estaba entre los tres, sí, éramos tres, que nos quedamos con los brazos apoyados en el banco. Inmediatamente pensé “¡Qué desastre que soy! Esta tarde llego a casa, la alquilo y la veo esta noche”. Pero antes de que siguiera con mis planes, el profesor dijo “Ahora, a todos ustedes, les voy a pedir que olviden esa película para siempre. Destruye la Ilíada y la mitología griega”. Años más tarde, cuando terminé de leer Percy Jackson y el ladrón del rayo, imaginé que si aquel profesor no se hubiera jubilado, en unos años estaría diciendo que levanten la mano todos aquellos que hayan leído ese libro y que luego lo olviden para siempre.

Toda la opinión que voy a dar ahora, se basa únicamente en el primer libro de la saga. Porque no he leído los siguientes, ni sé si seré capaz de hacerlo. El argumento es interesante, y es evidente que Rick Riordan ha tenido una buena información sobre mitología griega. Tal vez esto último es lo que más me molesta, que sabiendo de algo, lo destruya de ese modo. La historia trata de Percy Jackson, un niño de once años que tiene una severa dislexia y después de encontrarse en las calles de Nueva York con algunos monstruos, mata al Minotauro y descubre que es un semidiós, hijo de Poseidón por lo que es enviado al Campamento Mestizo. Este último lugar es una especie de guardería, refugio o camping de verano para hijos de dioses y humanos.


El Campamento Mestizo está dirigido por el señor D, que viene a ser Dionisio… Por algún ridículo motivo nadie puede decir los nombres de los dioses, aunque la verdad es que Percy los dice todo el tiempo y no pasa más que un trueno en el cielo y ya está. Pero retomando a Dionisio, se presenta como un viejo cascarrabias, que está enojado porque lo han castigado y enviado a dirigir el campamento y no puede tomar vino, sino solamente Coca-Cola Light. Y ahí llegó mi primer dolor de estómago, al ver al dios del vino y el inspirador de las famosas fiestas dionisíacas convertido en una especie de director de escuela frustrado y malhumorado por tener que soportar a los adolescentes. ¡Por favor! Si Zeus o el resto de los dioses quieren de verdad castigar a alguien, pueden hacer cosas mejores… No sé, pregúntenle a Atlas, a Prometeo o a Tándalo cómo les ha ido ofendiendo a los dioses. Si hay algo que caracteriza a estas deidades es el ser crueles, despiadados y vengativos. Estar a cargo de un puñado de adolescentes superdotados durante cien años no es un castigo digno de los dioses, ni se le acerca. Y lo de la coca light, parece esos trucos publicitarios de cuando una marca no vende demasiado de un producto y los incluyen como consumo de un personaje famoso para que los chicos quieran de eso mismo. Vamos, como que una superproducción de espinaca en Estados Unidos provocó que Popeye el marino empezara a comerla para adquirir fuerza.

Tampoco es que los dioses se caractericen por ser obedientes, así que sus castigos suelen ser cosas que no pueden evitar o de los que no pueden escapar, como ser convertidos en animales tal como les pasó a Aracné o Calisto (aunque ellas no eran diosas, pero me sirven para dar ejemplos del tipo de castigos) o estar encadenados a una roca mientras un águila se come tu hígado cada mañana y este se regenera por sí solo… O tal vez sostener el mundo en tus hombros. De ninguno de estos castigos se puede escapar. Pero, realmente, ¿qué impediría a Dionisio mandar al diablo a esos chiquillos y dejar el Campamento Mestizo? Nada.

Escribir una novela requiere investigar mucho sobre cada detalle de lo que plantearás. Por lo tanto, si tu personaje es un niño disléxico no expliques que todos los semidioses son disléxicos porque su cerebro está preparado para aprender el griego antiguo y no el inglés, porque realmente para cualquiera que tenga una mínima e insignificante idea sobre adquisición del lenguaje le sonará absurdo e inverosímil. Además de que Percy parece aprender griego por sí solo, sin la más mínima instrucción:

“—Erre es korakas! —replicó Annabeth, y de algún modo entendí que en griego significaba «¡Anda a dar de comer a los cuervos!», aunque me dio la impresión de que era una maldición peor de lo que parecía.”

El monte Olimpo… Y aquí me dan ganas de gritar: ¡¿Rick Riordan qué demonios has hecho?!  Quirón le explica a Percy cómo es que el Olimpo se encuentra en Estados Unidos, más exactamente en el Empire State Building:

“—El monte Olimpo —dije—. ¿Me está diciendo que realmente hay un palacio allí arriba?
—Veamos, está el monte Olimpo en Grecia. Y está el hogar de los dioses, el punto de convergencia de sus poderes, que de hecho antes estaba en el monte Olimpo. Se le sigue llamando monte Olimpo por respeto a las tradiciones, pero el palacio se mueve, Percy, como los dioses.
—¿Quiere decir que los dioses griegos están aquí? ¿En… Estados Unidos?
—Desde luego. Los dioses se mueven con el corazón de Occidente.”

Además de que leer que los dioses viven en Estados Unidos es descontextualizarlos y sacarlos completamente de su lugar. Ya ni son dioses griegos, sino unos dioses yankees que tienen hijos que nacen en Estados Unidos pero tienen la mente preparada para aprender griego antiguo y por eso son disléxicos. Aparte de lo inverosímil que me resulta esto, me crea un tremendo conflicto ideológico. ¿Estados Unidos es en donde está el corazón de Occidente? Supongo que para responder esto tendríamos que plantearnos qué es “el corazón” de la civilización occidental. Pero en mi opinión, Estados Unidos es uno de los países (o el país) que más domina a los demás tanto desde la fuerza como desde la inserción de ideología, con el marketing y la publicidad como herramientas de poder. Pero eso no lo convierte en el centro de la civilización y lo que pase en ella. Puede serlo desde un punto de vista comercial, pero culturalmente yo lo ubicaría en Europa. Y sí, eso también puede ser tan controvertido y abre tanto el tema al debate como centrarlo en EEUU. Lo más cultural de Estados Unidos me parece el cine, y algo de literatura… Y curiosamente en Hollywood es en donde se ubica en la saga el Tártaro.


Y como no quiero expandirme muchísimo, voy al conflicto central de la historia: a Zeus alguien le robó su rayo. Se sabe que no ha sido un dios porque ellos no pueden tocar las cosas de los otros dioses (esto es invención del autor, porque de hecho en uno de los mitos griegos los otros dioses atan a Zeus a la cama y le quitan el rayo en un momento que se enojan con él). El robo se produce en el solsticio de invierno y el rey de los dioses les da tiempo a todos los demás hasta el solsticio de verano para que su rayo aparezca. Bueno, aquí tengo que suponer que así como Dionisio toma Coca Cola, Zeus ha estado un buen tiempo bebiendo té de tilo o algo que relaje… Porque jamás la paciencia fue su mayor virtud. Así que dar seis meses de tiempo para que alguien le devuelva lo que le han robado es más propio de la Madre Teresa de Calcuta que de Zeus.

Percy, Annabeth (hija de Atenea) y Groover, son quienes atraviesan Estados Unidos para ir al Tártaro a recuperar el rayo, volver al Empire State y dárselo de nuevo a Zeus. Claro que en el medio ocurren varias aventuras, muchas de ellas más que previsibles desde que comienzan y en más de una ocasión uno se pregunta si el personaje además de dislexia tiene un retraso mental… Porque después de encontrarte con varios monstruos, aceptar entrar a la casa de una desconocida que les ofrece comida y encima no querer irse, es de idiotas.

La última incoherencia que voy a criticar, todas las parejas humanas de los dioses parecen saber que el otro era una divinidad y que sus hijos son semidioses. Sí, los dioses griegos tenían muchos hijos por allí, pero no todas, de hecho muy pocas de sus parejas sabían la verdadera naturaleza de ellos. En muchas ocasiones cambiaban su aspecto y conocían a los humanos como si ellos también lo fueran. Y si bien no es que en la saga sean padres ejemplares, crearles un campamento en el que los hijos de los dioses entrenen, me parece una dedicación excesiva para la poca atención que la mayoría de los dioses les prestaban a sus críos, especialmente si no habían realizado ninguna hazaña gloriosa.


Más allá de todas las incoherencias respecto de la mitología griega y algunas cosas bastante inverosímiles, especialmente cuando trata el tema de la ira y los enojos de los dioses, la historia es entretenida y si uno no es como yo una persona quisquillosa y detallista, puede hasta ser interesante. Lo importante, es no creerse que todo lo que aparece como mitos allí realmente sean aspectos de la mitología griega.